Se relanza el blanqueo para la construcción y preparan nuevas medidas para el campo, todo con el objetivo de atraer dólares. Los datos fiscales de julio reflejarán una importante reducción del déficit fiscal.
Después de una semana más compleja a nivel internacional y también local, Sergio Massa tiene el desafío de mantener altas las expectativas que despertó su gestión. Como parte de esa estrategia confirmará a Gabriel Rubistein como su viceministro, ocupando la estratégica secretaría de Política Económica. Su designación habría sido objetada en un primer momento por el kirchnerismo duro, lo que había vuelto mucho más imperioso su ingreso al equipo económico.
Se trata posiblemente del último paso para terminar de convencer a los mercados que cuenta con un amplio margen de maniobra, algo que de todas formas ya había quedado claro tras el desembarco de Flavia Royón en Energía, área de la que desplazó a los principales funcionarios de La Cámpora que se oponían a la segmentación tarifaria.
La llegada de Rubinstein servirá para confirmar el rumbo central que planteó Massa al desembarcar en el Gabinete: consolidación fiscal, baja de subsidios, cumplimiento de las metas con el FMI y, si es posible, cero emisión de pesos. En su momento Rubinstein también había propuesto ir hacia un desdoblamiento formal del mercado cambiario, con un dólar oficial para comercio exterior y otro financiero para turismo o atesoramiento. Esta idea sobrevuela, pero la lectura es que sin reservas en el Banco Central sería sumamente riesgosa su implementación.
El objetivo de mantener altas las expectativas generadas a partir del recambio de equipo económico no pasa exclusivamente por nombres, sino también por cuestiones relacionadas a los números de la economía. Mañana se conocerán los datos fiscales correspondientes a julio, que vendrían incluso más positivos que las proyecciones de los economistas. La mejora de ingresos junto a un menor incremento del gasto marcaría el primer paso concreto para cumplir con el Fondo.
Durante la semana, además, se explicitarán medidas concretas para cumplir con el 2,5% de déficit primario comprometido con el Fondo, particularmente en materia de recorte de gasto. La segmentación tarifaria apunta a reducir subsidios, pero el efecto será mínimo en lo que resta de 2022: apenas $ 45.000 millones.
Semana complicada
Massa atravesó su semana más complicada desde su asunción, al menos teniendo en cuenta el comportamiento de los mercados. El “contado con liquidación” volvió a la zona de $ 300 y la brecha cambiaria se ubicó nuevamente arriba del 100%. Todo esto a pesar de la fuerte suba de tasas definida por el Banco Central, cuyo objetivo primordial no era quedar por encima de la inflación sino justamente tranquilizar al tipo de cambio.
Una vez más las ventas del fondo Templeton, uno de los principales compradores de bonos en pesos, habrían presionado sobre el dólar financiero, impactando sobre la brecha. La apuesta para esta semana es que se recupere la calma en el mercado cambiario, superado este mal trago. Mucho dependerá de lo que suceda en Wall Street, que culminó una semana muy negativa y contagió a las monedas y bonos de mercados emergentes. En Brasil, por ejemplo, el dólar saltó de 5,08 reales a 5,17, un incremento que está en línea con lo ocurrido con el tipo de cambio en el mercado local.
En la hoja de ruta planteada por Massa aparecen dos anuncios sectoriales que apuntan al mismo objetivo: atraer más dólares y fortalecer al Banco Central, apuntando a acumular reservas para afrontar el período preelectoral que se avecina.
En esa dirección se promulgará el lunes la ley que beneficia a la construcción. Básicamente se trata de un blanqueo para el sector, promoviendo el uso de dólares no declarados para volcarlos al mercado inmobiliario, teniendo en cuenta el efecto multiplicador que tiene sobre otras actividades y la mano de obra. Claro que ninguno de estos incentivos funciona si no está lo más importante, que es la confianza.
Además, Massa trabajará con Rubinstein y el resto del equipo económico en definir medidas concretas que beneficien al campo. La letra en dólares para que las cerealeras adelanten el ingreso de divisas arrancó pero a cuentagotas. Y tampoco representa una solución de fondo.
Tras la primera reunión con la Mesa de Enlace, ahora la expectativa está puesta en nuevas medidas que beneficien a los productores para que vendan su cosecha en vez de especular con una futura devaluación. El “dólar soja”, que permite invertir en un plazo fijo atado al tipo de cambio oficial y además disponer temporalmente de divisas, tuvo hasta ahora resultados muy flojos. Por eso se esperan otro tipo de medidas, por ejemplo de alivio fiscal, para aquellos que aceleren las ventas. Pero aún está todo bajo análisis.
La decisión de pedir un adelanto extraordinario de Ganancias generó la reacción negativa entre los empresarios, más allá de que en general respaldan los objetivos planteados por Massa. El Foro de Convergencia Empresarial, por ejemplo, advirtió que “se vuelve a apelar a un aumento de la presión tributaria, en lugar de racionalizar el gasto público. Obliga a las empresas a adelantar pagos que no estaban previstos, en un contexto de altas tasas de interés”.
Por otra parte, también se teme que varias provincias aumenten el impuesto a los Ingresos Brutos, algo que podrían hacer si prospera el Consenso Fiscal que trata el Senado. El mismo también ratifica la intención de legislar sobre el impuesto a la herencia, que hoy solo aplica la provincia de Buenos Aires.
Las medidas que se fueron sucediendo desde que asumió Massa alejaron la posibilidad de un estallido inflacionario y cambiario. Sin embargo, el panorama sigue luciendo sumamente complejo. Por empezar, la actividad económica habría tocado su pico en junio, con sectores como la industria y la construcción aún creciendo a buen ritmo.
Sin embargo, la escasez de dólares ya provocó problemas para mantener la producción y lo más probable es que la actividad se estanque en el segundo semestre.
Los pronósticos de inflación tampoco son tranquilizadores. Ninguna consultora estima menos de 90% para este año y FIEL consideró que podría llegar al 112%, salto cambiario mediante.
Para el año que viene las proyecciones son todavía peores. La mayoría de las consultoras espera una recesión de entre 2% y 3% del PBI. Para Económetrica, la inflación sería de 6% mensual promedio, arrojando más del 100% anual. Este escenario augura un panorama negro para el kirchnerismo en general y para las propias aspiraciones de Sergio Massa. Sólo resta saber si la oposición se organizará para aprovechar esta nueva oportunidad histórica que se vuelve a presentar.
Fuente: www.infobae.com